jueves, 20 de abril de 2017
"Donde tus sueños te lleven" de Javier Iriondo. Voz de Pablo Motos
Autoconocimiento
Cuando aprendemos a conocernos en verdad vivimos Schüller Autoconocimiento es conocer las partes que componen el “yo”, cuáles son sus manifestaciones, necesidades y habilidades; los papeles que vive el individuo y a través de los cuales es; conocer por qué actúa, cómo lo hace y cómo siente. Es imposible amar algo que no conozco. No puedo amarme y respetarme si no conozco los aspectos que me integran.
Conocerme significa percibirme completo: mi cuerpo, mis pensamientos y sentimientos, y mi capacidad de relacionarme con otros. Conocerme es descubrirme con capacidades, habilidades y virtudes, pero también con límites, defectos, errores.
Conocerme es darme cuenta de que cambio, no siempre soy igual, soy alguien dinámico y cambiante como cambiante y dinámica es la vida. Es conocer las partes que componen el yo. Al conocer todos sus elementos, que desde luego no funcionan por separado sino que se entrelazan para apoyarse unos a otros, el individuo logra tener una personalidad fuerte y unificada; si una de estas partes funciona de manera deficiente, las otras se ven afectadas y su personalidad es débil y dividida, con sentimientos de ineficiencia y desvaloración.
El yo bio-psico-social1 Seguiremos un esquema que propone Domingo Rodríguez. Este esquema no pretende ser científico; fue hecho con el deseo de conocer y analizar más ampliamente el ser humano. “Lo que no conozco no puedo amarlo”. Esto es, se empezarán a conocer los propios componentes, manifestaciones y reacciones, necesidades y habilidades, para desarrollarlas y manejarlas.
Tomemos el ejemplo de quien va a manejar un automóvil; si no lo conoce no sabrá como cambiar las velocidades, frenar o acelerar dado el caso. Parecería que el coche lo manejara a él y no él al coche. Debe tomar el control y dirigirlo hacia donde el quiere.
Del mismo modo le toca dirigir su vida, todo aquello que lo lleve a una plena realización y expresión de si mismo, lo que le dará paz y felicidad. Otro ejemplo: una úlcera se manifiesta físicamente debido a un mal manejo de emociones negativas, que a su vez provocan tensión. Esta tensión lleva a la úlcera; y los dolores causan ansiedad, depresión, irritabilidad y afectan al yo social. Así las relaciones interpersonales, familiares y de trabajo se deterioran. Todo este proceso se convierte en una barrera para que el yo espiritual manifieste su energía en optimismo, confianza, alegría, fortaleza, paz interna y sabiduría.
El yo físico Es el que más claramente se ve, es el organismo. Necesita atención y cuidado para poder desarrollar sus capacidades y convertirlas en habilidades. Por ejemplo: si no se ejercita no tiene flexibilidad; si no come no tiene actividad, etc.
El yo psíquico Es la parte interna, se divide en tres para entenderlo mejor: lo emotivo, la mente y el espíritu. La parte emotiva lleva al hombre a conocerse; es a través de estados de animo, sentimientos y emociones, como se da cuenta que existe y, como decía un maestro: “No es lo mismo tener el sentimiento en las manos, que estar en las manos del sentimiento”. A medida que la vida transcurre, el cerebro va grabando, como en un cassette virgen, experiencias positivas y negativas. Siendo esto inconsciente, se reacciona ante determinada circunstancia, dejándose llevar por emociones o sentimientos.
Estas grabaciones negativas son como telarañas que impiden que salga el verdadero yo; como un cristal que tiene manchas y que no es todo lo transparente que debería ser. La mente tiene talentos que es necesario desarrollar y, más aún, estar conciente de ellos para poder manejarlos positivamente.
Debe recordarse esto a las personas que con frecuencia dicen: “así soy yo” estas personas están funcionando sólo en la parte emotiva (grabaciones); no usan sus talentos de la mente y menos las capacidades del espíritu; viven reaccionando a las grabaciones que tienen, automáticamente, sin ver que cada situación que se presenta en la vida tiene diversas soluciones y no ven más opciones; esto las lleva a sentirse mal, frustradas; podría decirse que escogen el camino erróneo.
Por tanto, la mente es el puente para el espíritu, que en esencia significa lo que la persona es en verdad. La frustración de las necesidades y valores hace al individuo vulnerable y falto de energía, lo que le impide el desarrollo normal de su persona. El espí- ritu es el elemento que busca el significado de la vida, es el “yo profundo”, el núcleo de identidad, la parte más interna y dinámica.
Se manifiesta a través de lo que se quiere lograr y cómo quiere lograrse. Carls Rogers habla del poder de la persona, de su centro perfecto, de un potencial limitado, oculto inconsciente por falta de escucha, comprensión y congruencia. Él dice que al darle esto al ser humano, se podrá ir liberando de sí mismo y sacará su parte esencial. Como ejemplo de percatarse de este “yo profundo” podrán recordarse sentimientos y sensaciones al ver una puesta de sol, un acto bello de humanidad, escuchar un concierto, haber definido un valor, haber podido transformar algo negativo en positivo, etc.
El yo social Puede expresarse a través de los papeles que vive el individuo como hermano, amigo, padre, madre, vecino, alumno, maestro, empleado, jefe, etc. Al relacionarse, el hombre trasciende a través del yo social, pero no de lo que él cree, sino de lo que en realidad es. Barreras del autoconocimiento Conocernos a nosotros mismo no es igual que conocer a otros. El autoconocimiento encuentra una serie de barreras que es recomendable tener presente:
Primer barrera Consiste en la tendencia que tenemos las personas de negar nuestros defectos y virtudes, quizá por pudor, modestia, soberbia o simplemente desconocimiento. Este rasgo sobresale más si hablamos de jóvenes adolescentes que están inmersos en un proceso de descubrimiento y cambio en su situación laboral, académica, familiar, afectiva y física.
Segunda barrera Reside en la propia naturaleza del autoconocimiento, ya que no basta con descubrir una serie de datos o características de una manera fría, descriptiva, aséptica. El conocimiento de uno mismo pasa por una toma de conciencia que se relaciona mucho más con los sentimientos y que requiere de tiempo, reestructuración de nuestros conceptos y confrontación con la propia realidad.
Tercer barrera Es una resistencia al autoconocimiento por parte de jóvenes que pasan de la escuela al trabajo ya, que frecuentemente choca lo que somos con lo que queremos ser. Mientras el joven ha estado estudiando ha ido dibujando en su mente aquello que le gustaría hacer, pero cuando llega la hora de incorporarse al mercado laboral es más importante lo que es capaz de hacer y lo que es capaz de demostrar que puede hacer. El proceso de autoconocimiento no es sencillo ni breve y necesita de una toma de conciencia que no es fácil de conseguir. Para ello podemos servirnos de ciertos instrumentos y técnicas para facilitar el autoconocimiento.
ACTIVIDAD
En el comentario de esta entrada y teniendo en cuenta la lectura realice una autodescripcion de usted, teniendo en cuenta los diferentes aspectos que allí se mencionan
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